¿Qué es lo primero que se te viene a la mente cuando alguien menciona la palabra tecnología? Una súper computadora, un Smartphone, un coche volador?… si es así es porque en la última década los desarrolladores y los consumidores nos hemos enfocado en usar la tecnología para cosas más superficiales, para aumentar nuestra comodidad en gran parte, en vez de avanzar en campos más importantes como la salud, medios de transporte, investigación, etc. aunque afortunadamente hay quienes no han dejado de hacerlo.
En sus principios los inventos tecnológicos no aplicaban para cualquier campo y por supuesto no estaban al alcance de todos, nunca hubiera imaginado que alguien fuera del gobierno gozara de la tecnología para solucionar los problemas de la vida cotidiana.
En la actualidad, lo normal es que cada quien use algún medio de transporte por lo menos una vez al día, tengan su computadora personal, un celular que es más inteligente que yo, e infinidad de “gadgets” que tenemos en nuestras casas y oficinas que muchas veces no nos damos cuenta de lo increíbles y funcionales que son, pero ¿qué pasa cuando la tecnología falla? Debemos estar de acuerdo en que por su facilidad y excelentes resultados muchos de nosotros nos hemos vuelto un tanto dependientes de ella pues ya no calculamos nada mentalmente, es raro que escribamos un mensaje con nuestro puño y letra, todo nuestro trabajo e información está almacenada en una memoria, alzar la voz en casa para pedirle algo a nuestra mamá es inaceptable cuando podemos “textearla”, hay quienes dejaron de salir y decidieron compartir sus vidas enteras y su ubicación en las redes, e incluso he visto niños de muy corta edad que pueden manejar tabletas como todos unos expertos, ya que las conocen desde que nacieron… todo esto no es necesariamente malo, pues facilitar las tareas y acercar a la gente nunca ha sido algo negativo, y en realidad los beneficios y las cosas que hemos logrado gracias a la tecnología probablemente nos hubiera llevado muchísimo más tiempo alcanzarlos sin ella, lo que sí está mal es que estamos incluyéndola en todas nuestras actividades sin importarnos lo torpes y fríos que nos podemos convertir.
No hay manera de refutar lo anterior, sólo basta con imaginar un viernes por la tarde con una fuerte lluvia que ha hecho que nos quedemos sin luz… uff! aburrición total!, o tal vez te ha pasado que tu celular se descarga en pleno centro comercial y tu mejor amigo está buscándote… que desesperación! Y si no ha sido eso estoy segura que apareces en cuadro en la clásica escena del restaurante con la mesa llena pero la plática vacía, ya que todos prefieren ver en su celular qué están haciendo los que no están presentes… pero no te sientas mal, todas éstas son situaciones que la mayoría de las personas hemos vivido al dejarnos seducir por lo fabuloso de la tecnología y al fingir que no nos percatamos del lado horroroso que conlleva el abusar de ella, accidentes automovilísticos, problemas de salud, invasión a la privacidad, secuestros, disfunción familiar, etc. El punto no es hablar mal de ella, ya que creo firmemente en que la tecnología es buena y todo el tiempo estoy esperando ver que nuevos aparatos salen al mercado para adquirirlos, pero si queremos evitar la invasión de los robots (jaja) debemos aprender a utilizarla con responsabilidad para sacar lo mejor de ella sin afectar nuestro lado humano.
Gab.
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