Huayna Potosí – Historias de una viajera por Claudia Álvarez
Hacia 3 días que me habían asaltado en Bolivia.
.- Sé que estás pasando por un mal momento pero tengo un amigo que consiguió un guía que nos lleva a escalar el Huayna, a 6,800 m, ¿quieres venir?
Y me pareció una idea excelente.
El Huayna Potosí, un impulso vanidoso al noreste de Bolivia, cuya empresa épica convierte a sus escaladores en héroes. Famoso también, por su imponente belleza.
Julio y Andrés son nuestros guías. Te enseñan a ponerte el equipo y las reglas del juego, básicamente: no quieras hacerte el valiente y s-i-e-m-p-r-e obedece al guía.
La última por supuesto soy yo. Porque me sobran los motivos. El equipo indispensable es muy pesado, considerando mis 46 kilos, siento que estoy cargando 5 veces mi peso. Adicional, el frío puede alcanzar los menos 15 grados y por si fuera poco, debido a la altura llevo 14 horas queriendo vomitar por el mareo. Me sobran los motivos y punto.
A la 1:00 am del tercer día ya estábamos listos para realizar el último ascenso, que es el más complicado. Se realiza a esta hora principalmente por 3 razones:
- – A esa hora la nieve es más sólida debido al frio, por lo que las probabilidades de resbalar al precipicio y desaparecer en la cordillera real disminuyen considerablemente.
- – Caminar en la nieve con el reflejo del sol tan directo a esa altura, duplicaría el trabajo
- – En la obscuridad, tu visibilidad es limitada, por lo que no te das cuenta del camino tan empinado y peligroso que realmente es. Dicho de otro modo, como diríamos en México “para que no te rajes”.
“Yo me llevo a la chica para que no atrase a los demás”.- Vete a la mierda Julio – pienso en mis adentros- pero asiento aceptando mi condición cuyo eje es el concepto de poder definido en términos de experiencia y que además, incentiva a un ego adolorido y mareado. A esa hora todavía me dolía más el orgullo que el cuerpo.
Yo llegué hasta los 5,376 m (5-3-7-6, porque cada centímetro cuenta).
La vista es increíble y desde aquí veo mis actos muy claros y concluyo, sin margen de error, que parte de las consecuencias de viajar es desafiarte a ti mismo. Buscas situaciones que te cambien, que muevan el caleidoscopio de tu vida y con suerte, te hagan mejor persona.
Y cuando te das cuenta que hiciste algo increíble, te vez tentado a desafiarte nuevamente, con una montaña más grande, y así, poquito a poquito vas creyendo más en ti mismo.
Porque siempre es buena idea vivir bonito, como tú quieres, sin hacer daño. Porque hay mucho de lo que no comprendes hasta que lo vives no una, sino muchas veces.
Artículo escrito por: Claudia Álvarez
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