8 Errores de las mujeres en el matrimonio
No puedo decir con exactitud cuántos maridos infelices he visto en mi oficina en la última década. Se presentan con todo tipo de temas, desde infidelidad, hasta problemas legales, y todo lo demás.
Sin embargo, a pesar de la variedad de problemas matrimoniales que pueden surgir, hay algunas quejas que son tan frecuentes y comunes que merecen ser señaladas.
A continuación presentamos ocho de las quejas más comunes que los maridos infelices hacen sobre sus esposas:
- Eres gruñona.
Cuando le hablas a tu marido, tu tono de voz está lleno de negatividad, desprecio y crítica. Si él trata de expresar una inquietud o queja sobre el matrimonio, tomas una actitud defensiva, enojada y lanzas la culpa a su espalda en vez de escucharlo.
- Eres fastidiosa.
Si tu marido tiene un momento libre, te abalanzas sobre él y le ordenas que arregle algo en la casa. Si él sale con amigos, le mandas mensajes sin cesar preguntando a qué hora regresará. Básicamente, eres la versión matrimonial de tu jefe.
- Eres fría en la cama.
Si él te guiña un ojo para coquetearte, tú pones cara de flojera. Si él llega a acostarse a tu lado, le das la espalda. En raras ocasiones decides ceder y tener relaciones sexuales, en las que simplemente no pones de tu parte y te quedas mirando al techo, a la espera de que se acabe.
- Eres desaliñada.
Si has dejado de hacer ejercicio o comenzado a usar pantaloneras, significa que te has dejado llevar y perdiste tu energía y entusiasmo por la vida. Para ser honesto, esta no es una de las principales quejas que oigo de los hombres; sin embargo, una mujer que se siente poco atractiva a menudo se retira emocional y físicamente de su matrimonio. Y eso sí es algo de lo que los maridos se quejan.
- Eres “mamá”, y nada más.
Te sientes mucho más entusiasmada sobre una noche de “Mamá & Yo” que por una salida romántica con tu marido. Hemos de tener en cuenta que un matrimonio centrado en el niño no es un matrimonio en absoluto; es sólo una guardería.
- Eres un padre alfa.
Como el líder de la manada de crianza, haces a un lado a tu marido cada vez que trata de ser un papá. Como resultado, les robas a tus hijos la atención y la disciplina de un padre, y abres una brecha entre tú y su esposo.
- Eres mal agradecida.
Ya sea que tu marido haya trabajado horas extras o pasó todo el fin de semana construyendo la terraza en el patio que tanto deseabas, tú tomas por sentado sus esfuerzos y no puedes mostrar tu agradecimiento por todo lo que hace para ti o la familia.
- Eres aburrida.
Tú no tienes ningún interés o pasatiempo fuera del matrimonio o en el hogar (no, Facebook no es un hobby). Eso te convierte en una compañera predecible y aburrida que nunca tiene nada interesante que añadir a una conversación. Debes conseguir una vida, para decirlo claramente.
Si te preocupa que la pasión en tu matrimonio está empezando a disminuir, no te asustes. En vez de eso, echa un vistazo a tu propio comportamiento. ¿Cómo puedes traer más positividad y romance a tu matrimonio? ¿Cómo puedes hacer que tu marido se sienta más apreciado y deseado? ¿Cómo puedes apoyar a tu marido para que sea un padre amoroso y competente? ¿Cómo puedes hacerlo feliz?
Lo creas o no, hacer feliz a tu marido es la manera más segura de motivarlo para hacerte feliz a ti. Los iguales se atraen. El comportamiento agradecido y amoroso se atrae. La positividad y entusiasmo atraen más positividad y entusiasmo. Diversión y afecto atraen diversión y afecto. ¿Lo entiendes?
Por supuesto, se necesitan dos para bailar el tango y los hombres tienen que hacer su parte también. Dicho esto, no hay nada que nos impida tomar la iniciativa y hacer lo que se pueda para que el matrimonio sea más feliz, sensual y fuerte.
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