Viajar… ¿Cuáles son las razones?
Viajar es marcharse de casa, es vestirse de loco diciendo todo y nada con una postal. Es dormir en otra cama, sentir que el tiempo es corto. Viajar es regresar.
Gabriel García Márquez
Yo creo que en el fondo todos queremos viajar.
El problema es que para viajar la gente precisa un buen argumento. Se suele relacionar a los viajeros con vagabundos, el estereotipo de una persona holgazana que no hace nada de su vida.
Y ahí estas, quemándote el cerebro buscando una respuesta convincente para justificar tus ganas de viajar.
Estamos regidos por una sociedad con un molde muy bien establecido. Primero es A, luego consigues B luego tienes que ir por C para convertirte en D y tal vez así, puedas darte el lujito de viajar.
Y es que cuando nuestra felicidad está condicionada por algo (o alguien) no significa que no sea válido o verdadero, significa que está coja, pero igual camina. Y así, vamos posponiendo nuestra voluntad arreglándonosla para hacernos creer que tal vez después, que pronto, que la próxima.
Los demás necesitan validar tus razones para quitarte el estigma. Ese apuro de la humanidad de convertir todo en verdad personal, axioma eterno; al fin condicionado te digo.
Y pues bienvenido al palacio de la frustración. Allí está la línea, la que divide atravesar la vida con la de vivirla.
¿Desde cuándo los sentimientos meramente irracionales precisan de razones para volverse calificados? ¿Calificados para quién? ¿Calificados para qué?
Monopoliza bien tus caprichos. Manda al diablo a quien debas por que el mundo, específicamente el tuyo no tiene la culpa de ser malgastado por cobardes o por quienes no estén dispuestos a hacer algo bonito, que digo bonito, ¡maravilloso! por el lugar donde viven, y por el lugar donde viven también me refiero a ti.
Que al final del día el mundo no esté bajo tus pies sino a tus pies.
Articulo escrito por: Claudia Álvarez
Comment